Depeche Mode
Regreso al camino del éxito desde las puertas del infierno
Texto de Ignasi Moya Fotos de Anton Corbijn
"¡Todavía somos jóvenes. Tenemos treinta y cinco años!", exclama Andy Fletcher. Puede parecer una obviedad, pero en boca de uno de los tres miembros supervivientes de Depeche Mode suena cargado de sentido. Depeche Mode ha hecho un viaje de ida y vuelta al infierno. Apenas tenían veinte años cuando empezaron y con treinta y pocos ya han visitado todos los tópicos que acompañan el lado salvaje de un grupo de rock : éxito y alcohol, éxito y drogas, éxito y crisis existencial, y problemas familiares, y depresiones y un intento de suicidio... Todo menos la muerte.
"Ultra", el disco que acaban de presentar, quiere ser el regreso de esa ida al infierno, de su visita particular al trinomio "sexo, drogas y rock’n’roll" que tanta literatura ha producido. Excepto que para Depeche Mode es algo más que literatura.
"Sencillo y positivo." Así es "Ultra" para ellos. Pero escuchando las canciones del disco es difícil escapar a cierta sensación de oscura atmósfera que parece envolverlo. De hecho, su obra anterior ya apuntaba en esa línea. A pesar de los millones de copias vendidos y el triunfalismo de la gira que lo acompañó, "Songs of faith and devotion" era la banda sonora ideal para ese descenso a los infiernos.
Pero más allá de las sensaciones personales está el trabajo realizado. Y, musicalmente, "Ultra" está a la altura de lo que se podía esperar de Depeche Mode. Sobre todo, teniendo en cuenta las condiciones en que tuvieron que grabarse las canciones compuestas por Martin Gore, cerebro del grupo desde 1981 y tras sólo haber editado un álbum, Vince Clarke abandonó la banda para alumbrar primero Yazoo y después Erasure.
El sonido de "Ultra" abunda en esa fusión entre el tecno más denso e industrial y el rock que definía su último trabajo. Aunque no hayan podido resistir la tentación de encargar algunos de los "remixes" de su primer single ("Barrel of a gun") a uno de los grupos más codiciados y novedosos de la música de baile actual, Underworld.
Pero aun con esa aproximación a las ultimísimas tendencias de la música electrónica, Depeche Mode, que un día fueron abanderados del tecno cuando el tecno carecía del reconocimiento que ahora tiene, parecen querer alejarse tanto como sea posible de las modas. "Las modas van y vienen y además en Inglaterra es el peor país para eso. Cada mes hay algo nuevo.". Y en la defensa de sus posiciones no tienen reparos en cargar contra el último invento de éxito llegado de su país. "El britpop es muy retro. Son bandas que están en los sesenta y no miran al futuro."
Pero tampoco parece que tengan demasiado ánimo de polemizar. Han pasado por España sin hacer demasiado ruido, casi por obligación. Porque, a pesar de todo, el marketing todavía manda.
Martin Gore y Andy Fletcher han paseado sus frágiles figuras casi de incógnito por el lujoso hotel de Madrid que les sirve de refugio. Atienden amablemente a la prensa pero prefieren pasar de puntillas por las cuestiones personales. Dave Gahan, el cantante del grupo y a menudo su imagen pública, se ha quedado en Los Ángeles. No se sabe muy bien si para seguir con su desintoxicación o sencillamente porque ahora prefiere tomarse las cosas con calma.
En la puerta del hotel, apenas media docena de jovencitas esperan, cámara de fotos y bloc de autógrafos en mano. Aunque no parece que vayan a tener mucha suerte. Seguramente regresarán a sus casas sin siquiera haberlos visto de cerca. Tampoco los verán en directo sobre un escenario. Por lo menos, de momento.
"No habrá gira este año", sentencian. "Una gira de Depeche Mode es como un circo. Y cuando llegas a una ciudad eres el rey de la ciudad por una noche. Todo el mundo está pendiente de ti. Hemos estado haciendo eso durante quince años, y durante ese tiempo ha ido creciendo y creciendo... Pero hemos aprendido la lección y estamos contentos de no habernos suicidado."
Al final, todos los problemas parecen venir por estar demasiado tiempo lejos de casa. Lejos de casa y permanentemente adulados. Algo así como el "síndrome de la estrella de rock" que conduce inexorablemente a la autodestrucción de no mediar un milagro a tiempo.
"Cuando has terminado un concierto es muy difícil decidir irse a la cama a dormir. Estás en una ciudad extraña, con una horrible habitación de hotel esperándote, con una televisión con canales extranjeros... Tienes esa opción, que es muy aburrida, o la opción de ir a una fiesta. Es muy duro escoger la primera opción."
Afortunadamente, sobre todo para ellos, el milagro parece haber llegado a tiempo. Gahan, Gore y Fletcher parecen haber escapado a la "dureza" de la vida de una estrella de rock y sus consecuencias. Afortunadamente, sobre todo para los amantes de su música, son capaces de seguir haciendo discos. Sólo tienen treinta y cinco años. O sea, casi toda la vida por delante. Toda la vida para seguir haciendo el mejor álbum de su carrera. Toda la vida para seguir escribiendo buenas canciones, porque "el futuro de la música pop está en escribir buenas canciones, no en los instrumentos con los que se tocan". Toda la vida, en definitiva, para seguir escapando del infierno.
Algo que no debería resultar demasiado difícil para quienes creen que "juntos hacemos realmente algo especial."
Magazine La Vanguardia, 27 de Abril de 1997
"Una gira de Depeche Mode es como un circo. Cuando llegas a una ciudad eres el rey por una noche. Pero hemos aprendido la lección y estamos contentos de no habernos suicidado"
Imagen 1 : Dave Gahan ha vuelto a poner voz a las canciones de Depeche Mode
Imagen 2 : Martin Gore, Dave Gahan (en primer plano) y Andy Fletcher: Depeche Mode en 1997